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Un análisis de tres estrellas

Fecha:   26 de abril de 2014

Distancia: 42,92 kms

Asistencia: 3/5

Media: 12,43 kms/h….un poco de vergüenza

Meteorología: Uno de esos días en los que el parte dice que nubes sin una gota y nos mojamos.

Ruta: Ruta 26 de abril

Desmotivado por haber sacado tres estrellas (colesterol – del malo-, triglicéridos y ácido úrico) en el último análisis de sangre de la empresa a pesar de haber arrastrado mi cuerpo serrano por media provincia de Madrid desde el año pasado en bici, pero con mucha moral, testarudez o no sé bien qué, este sábado me volví a enfundar mi ajustado uniforme de ciclista, bajé mi veterana BH de su soporte en el garaje de casa y volví a darle a este sufrimiento del pedaleo cuesta arriba, las más veces,  y abajo, las menos, al que tanta afición le he cogido.

Para no variar, después del lío organizativo habitual del viernes y por eso de demostrar que la raza hispana tiene un gen asociado a la improvisación dejándolo todo para última hora, conseguimos juntar un reducido pelotón de tres miembros para la salida de la semana a las 8h en el lugar habitual de partida. La ruta parecía un poco suave a priori, ya que parte de los que nos apuntamos teníamos compromisos tempranos a la vuelta, así que decidimos no alejarnos mucho del punto de partida.

Tras un calentamiento que nos llevó hasta el campo de golf de Las Rejas, pasando por los legendarios charcos en los que más de uno ya se ha dado un chapuzón y sufrido arañazos por las zarzas de los alrededores, llegamos a la M-503 y, en lugar de seguir hasta el Monte del Pilar, decidimos improvisar y seguimos paralelos a la carretera hasta llegar a la M-40. Como ya no nos conformamos con el camino facilón, nos fuimos, junto a la valla de separación de la carretera, por un camino de a uno que daba a un terraplén interesante por el otro lado: afortunadamente no pasó nada y seguimos paralelos a la M-40 hasta La Cabaña. Allí  nos incorporamos al monte cercano a Montepríncipe pero, en lugar de seguir por el antiguo polvorín como era tradición en rutas anteriores, seguimos hasta rodear la urbanización de Monte Gancedo. Aquí encontramos un camino de ensueño: todo rodeado de vegetación, sólo posible de recorrer a fila de a uno y, lo mejor de todo, cuesta abajo…Cuando le perdamos un poco el respeto, va a ser uno de nuestros preferidos.

Desde allí llegamos al Monte de Boadilla y rodeamos Monteprincipe por su lado más cercano a Boadilla. Santonja nos promete llevarnos al lugar más alto para ver las vistas pero, en su lugar, nos adentra por un camino, también espectacular, que atraviesa todo el monte hasta el Palacio del Infante D. Luis. Ni que decir tiene que además de la lluvia que empieza a caer en ese momento, Santonja debe aguantar los comentarios jocosos de un crecido Ramírez sobre su capacidad para la orientación.

Churros para desayunar

Churros para desayunar

Cuando la cosa ya parecía terminada, decidimos ir a Villaviciosa donde ganamos fuerzas y grasas (¡¿así como voy a bajar de peso y perder mis estrellas?!) en La Parada, una churrería sensacional del lugar, pero perdimos a Santonja que se quedaba a una reunión. El, aún más reducido, pelotón restante, exhausto en lo que a mí se refiere, y dolorido y quejoso, en lo que a a la rodilla de Ramírez se refiere,  retoma la ruta bajo la lluvía, sí nos volvió a llover, a Boadilla vía un camino bastante bueno sin más mérito que ser un «falso llano de subida» bastante larguito.

Como único punto destacable de este último tramo, sólo mencionar como quedé convencido de que el cansacio es puramente sugestivo al comprobar, en mis propias carnes como, cuando ya no pensaba que pudiera con mi alma, me marqué un sprint espectacular cuesta arriba cuando un perro, de dimensiones colosales, se puso a perseguirnos al pasar al lado de un rebaño de ovejas.

En un par de semanas, espero podamos seguir contando aventuriras y que tengamos fotos que subir, que estamos remoloneando un poco en este tema.