Archivo por meses: noviembre 2020

Hemos vuelto…aunque nos lo teníamos callado

Asistencia: El pelotón de siempre más esporádicos de otros pelotones y algún lobo solitario.

Fechas: Varias a lo largo del final de verano y lo que llevamos de otoño.

Distancias: Entre los 25 kilómetros de los entrenamientos alrededor de Boadilla a los 86 kms que nos marcamos en un ida y vuelta a la Silla de Felipe II en El Escorial.

En el monasterio del Escorial

Rutas: Pongo algunos ejemplos Boadilla – Silla de Felipe II

Pues no, no nos hemos bajado de la bici, es más, a pesar del frío, la hemos retomado con más ganas e incluso, nuestro pelotón, que algunos días no estaba tan nutrido como en épocas pasadas. ha vuelto a fortalecerse con algún que otro amigote que se ha unido a nuestras escapadas gastro-ciclistas.

La temporada ha tenido un poco de todo. Una primera salida, a la que pertenece la foto de esta entrada, con un ida y vuelta desde Boadilla a la Silla de Felipe II. Como era sábado, hacía muy bueno y habían confinado la Comunidad de Madrid, la zona del Escorial parecía Gran Vía un día de rebajas. Mucha gente en los caminos y otros tantos ciclistas en los montes. La verdad es que desistimos incluso de nuestra habitual foto sentados en la Silla ese día. La segunda salida, el sábado 14 de noviembre, fue épica y divertida. Aunque no hicimos, desde el punto de vista de la ruta, nada especialmente original ya que nos conformamos con un Boadilla a Colmenarejo subiendo desde el aeródromo de Villanueva del Pardillo y, desde Colmenarejo a Torrelodones con vuelta por Villafranca del Castillo, el hecho de que las dos semanas anteriores, e incluso el mismo sábado, no habían dejado de llover, puso el terreno en un estado penoso. No nos importó: nos lo pasamos pipa y volvimos con un par de kilos extra en modo de barro pegado a nuestras bicis y ropas que, a más de uno, le valió la consiguiente riña de su contraria al volver su casa.

La última salida, la del sábado pasado, empezó de una forma muy original. Nueva ruta de Boadilla a Brunete, inesperada ya que, a base de tanto salir por la zona, ya nos creíamos conocer todos los caminos. Asustaba un poco tener que atravesar vallados (siempre somos muy respetuosos y evitamos entrar en las fincas privadas) pero sabedores de que no incumplíamos ninguna ley al seguir todas las indicaciones de vías pecuarias de la zona. Variante espectacular con un nutrido pelotón en el que llegamos a juntarnos hasta ocho efectivos con los que dimos buena cuenta del último Rioja que se nos había traído el amigo Santonja.

Pedazo de pelotón, día de fábula, excelente ambiente y mejor avituallamiento. No se puede pedir más, bueno, sí, que se repita.