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Vuelta accidentada a Valmayor

Asistencia: Los cinco magníficos de la foto.

Fecha: 20 de marzo de 2021.

Distancia: 71,94 kilómetros.

Ruta: Vuelta a Valmayor con salida desde y vuelta a Boadilla.

Meteorología: Día soleado con algo de fresquito a primera hora, pero nada que impidiera calzarnos los culotes cortos.

Pues había ganas, sí, de hacer algo largo y echar una buena mañana de bicicleta. Aún sin tener claro cuál iba a ser el desafío del día, quedamos en nuestro punto de partida habitual y barajamos ir al Escorial o, lo que al final decidimos, darle la vuelta al pantano de Valmayor que, intuíamos, estaría rebosante de agua… y vaya que si lo estaba.

Salimos a las 9h de la mañana, ya con el sol en lo alto, desde Viñas Viejas y nos dirigimos hacia el cordel segoviano que, desde la urbanización Parque de Boadilla, es el único camino autorizado, tras el cierre de la finca de Romanillos, para bajar hasta el río Guadarrama. Bajada muy divertida con un campo precioso que empieza a florecer por todas partes.

Atravesamos Villafranca del Castillo y subimos nuestra ya bien trillada cuesta del aeródromo con destino a Colmenarejo. Atravesamos el pueblo y nos dirigimos a la fuente del Navazo para, desde la cuesta que sale del merendero que hay a su lado, bajar hasta las orillas del pantano que, lleno de agua como nunca lo habíamos visto, parece una ría o un brazo de mar. Ya ganada la orilla, nos dirigimos hacia la cabecera del pantano para bordearlo por su parte norte a la altura del pequeño embalse de los Arroyos sobre cuya presa solemos pasar al otro lado pero, primera sorpresa, el paso está cerrado por obras y tenemos que improvisar bordeando el pantano. Nada de lo que quejarse ya que el camino que encontramos, acorde con todo el entorno, es espectacular con bosques de pinos y encinas.

Una vez retomada nuestra ruta habitual y tras atravesar la carretera M-503 que lleva al Escorial, seguimos bordeando el pantano hasta llegar a la entrada de la finca «Las Ras» y torcemos a la derecha para volver al otro brazo del pantano. Aquí empieza la diversión. Con el agua bien crecida, los caminos habituales han desaparecido bajo las aguas y tenemos que hacer de exploradores atravesando arroyos, escalando rocas y pasando por la espesura sin caminos. Toda una aventura que, aunque divertida, nos deja molidos y llenos de pinchazos y moratones.

Afortunadamente, tras más de una hora de llevar la bici a la espalda más que bajo nuestras piernas, llegamos a la Ermita de Valdemorillo, donde nos damos nuestro homenaje habitual de queso, jamón y coca colas.

A partir de ahí, vuelta por la urbanización Pino Alto de Valdemorillo, bajada a la presa del Aulencia, a la que no llegamos ya que también está cerrada y vuelta por Villanueva del Pardillo con subida final por el cordel segoviano donde empezaba esta relato.

Un buen día de bici con compañías extraordinaria que nos sirve de entrenamiento para los días de Semana Santa que se acercan y que habrá que aprovechar, eso sí, sin salir de la Comunidad para respetar las restricciones de la pandemia.