Fecha: 25 de julio de 2015
Asistencia: 4 de 7
Distancia: 51,83 kms.
Ruta: Boadilla – Las Matas – El Gasco – Boadilla
Temperatura: calor, pero nada comparado con semanas anteriores. Disfrutamos del único respiro entre olas de calor que nos ha dado este mes de julio.
Mucho MTB y bueno este sábado. Ciencuenta kilometritos como cincuenta soles de paseo con madrugón, por ruta conocida pero no por ello menos bonita ni meritoria. A destacar el tramo entre Las Matas y la presa del Gasco bordeando, por el norte, la urbanización del Molino de la Hoz: camino estrecho de paso de a uno con peraltes y vegetación bien nutrida que nos dejó brazos y piernas llenos de arañazos. Algo seco pero fresco al estar a cubierto por los árboles la mayor parte del trayecto.
Pocos incidentes dignos de mención, más allá de un pinchazo y la despedida de la bici de Tabasco que, en breve, pasará a manos de su hijo siendo sustituida por una espectacular Merida One-Twenty XT Edition de doble suspensión. Felicidades al orgulloso nuevo propietario.
Ya, tratando de las novedades del día y por aquello de lo que dice el refrán de que en casa del herrero, cuchara de palo hablare de mi última adquisición.
Por mucho que me dedico profesionalmente al tema digital y mis facturas, más mal que bien, me las voy pagando gracias a este mundo tan entretenido, he de reconocer que me cuesta mucho adquirir los gadgets que van apareciendo en el mercado y que, si no fuera por amigos y familiares mucho más digitales, aprovechan cumpleaños y aniversarios para hacerme pasar por el aro, difícilmente descubriría. Así que agradezco a mis amigos su último regalo: el Fitbit ChargeHR. Una pulsera que, también lo confieso, tenía mis dudas de ser capaz de llevar de una forma continua durante más de un rato y que se ha convertido ya en uno de mis juguetes más usados y, porque no decirlo, más útiles en esta crónica tarea mía de intentar, con mediano éxito, ponerme en forma y bajar de peso.
Entre las cosas buenas del juguete, he de reconocer que la facilidad con la que se sincroniza con el móvil y vuelca toda la actividad para después visualizarla en una aplicación es pasmosa. Parezco como un niño con un juguete nuevo viendo, a cada rato, cuantos pasos he dado y cuántas calorías he quemado a cada rato. Lo malo, por decir algo, es que se ha convertido en adictivo llegando, el día que no completo las metas marcadas, a crearme cierta sensación de fracaso y dedicarme, ante el asombro de mi familia, a subir y bajar escaleras en casa a horas intempestivas para alcanzar los pasos dados, pisos subidos y calorías quemadas que exige como ofrenda a un mínimo de actividad diaria, lo que, para que engañarnos, no deja de ser parte de la gracia del invento.
Dejo como foto de la crónica el seguimiento del ejercicio que me hizo el cacharrito en la pasada salida. Nada disparatado, sobre todo comparado con el del sábado anterior, que no me atrevo a mostrar para que mi médico no me eche una bien merecida bronca.
El sábado que viene, más.